Quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones referentes a un pequeño librito que leí hace poco titulado “Matrimonio Para Un Tiempo Nuevo” del autor Antonio Vásquez. Al ver el tamaños del libro me pregunté que cómo, en un libro tan pequeño iba a resumir el autor un tema tan extenso y complicado como este y cual fue mi sorpresa que fue un texto lo que movió mi alma, mi mente y mi corazón y quisiera compartirla con ustedes.
“Es preciso que la mujer conquiste y reconquiste su lugar y sus capacidades más genuinas.Dan ganas de gritar:Mujer sé tú misma, vuelve a encontrarte, quién eras, quién eres? Quizá lo hemos olvidado. Quizá de tanto verte, ahora no te sentimos. Eres ya un personaje cualquiera y no sentimos que estás ahí. Nos falta saborear tu presencia. Tú eres otro sabor de lo humano y no hay nada peor que una mujer que no sabe a mujer. Porque tú eres anterior a todo lo que se puede hacer, tú eres armonía y equilibrio.Te necesitamos para que, además de gobernar empresas, resolver pleitos o planificar ventas, nos devuelvas a la continuidad de lo humano. Te necesitamos porque los hombres sólo sabemos dar amor o recibirlo, no sabemos enseñarlo.Necesitamos la suavidad de la vida que tú pones ante cada dolor que los hombres inventamos.Necesitamos verte sufrir con la misma naturalidad de lo cotidiano. A nosotros los hombres el dolor, nos aturde. Ustedes lo tienen siempre presente y su dolor es soportable, porque es un dolor no preocupado. Necesitamos de tu ternura, que no es almibarada ni blandengue, sino el grado más sublime de la fortaleza.Necesitamos que nos enseñen a pensar con la cabeza y con el corazón porque estamos ahítos de ciencia y escasos de sabiduría.Necesitamos, mujer, que vuelvas a querer ser guapa, no para adornar nuestros salones, sino para amar en ti a Quien te creó. Vuelve a conquistar tu belleza. Merécetela! Que tu casa y tu gente recobre ese brillo que aporta tu fuerza interior.”
He venido dándole vueltas en la cabeza a este texto, pues algunos padres que empezamos a educar a nuestros hijos hace ya treinta años, nos hemos preguntado qué es lo que era antes que pareciera que tanto en la escuela como en la casa hubiera una armonía que nos facilitaba la educación de los hijos y nos motivaba a crecer cada día para ser mejores personas, mejores esposos, mejores hijos, mejores amigos.
“Lo que era antes”. Qué es lo que era antes que falta hoy para que muchos matrimonios antes del año estén separados, qué es lo que era antes, para que los muchachos (varones) no quieran comprometerse con una mujer y formar una familia, son “ incapaces de amar los compromisos , vencer las dificultades y dominar los acontecimientos” como nos dice Antonio Vázquez en su libro; qué es lo que era antes, que en casas lujosas con mucho dinero se encuentren niños tristes y solos, qué es lo que era antes que hay niños ricos, muy ricos, con severos grados de desnutrición. Qué es lo que era antes que las casas siempre olían a sopa caliente y a pan recién hecho cuando llegábamos todos a casa. Lo que era antes es que había mujer, y aquí gran parte de la responsabilidad la tienen los varones pues ansiosos de competencia y sumergidos en el materialismo, hedonismo y la ola de sensualidad que nos aturde a través de los medios masivos de comunicación han perdido el rumbo, han dejado de ser el motor, la vela del barco que dirige, que marca el rumbo, que centra su energía para que los objetivos que se ha propuesto se cumplan con sus características natas de varón, como el predominio del raciocinio en donde los principios de su felicidad eran sacar a una familia adelante luchando por conseguir virtudes en su mujer, en sus hijos, en él mismo esforzándose por ser cada día mejor.
Pareciera que todo en lo cual creíamos estuviera pasado de moda, que el compaginar el ser ama de casa y profesionista en el mundo empresarial fuera el trabajo más devaluado en la escala de oficios. Que la fidelidad en el matrimonio fuera un tema incapaz de aceptar como algo imposible de cumplir y que la palabra pudor jamás hubiera existido en ningún diccionario. Hoy por hoy, cuando a las chicas les proponen matrimonio le hacen ver a los chicos que ellas solamente son prestigiosas profesionistas pero que no planchan, no lavan, no saben cocinar, barrer, cuidar niños ni perros, levantarse temprano pero sí desvelarse en la juerga, hacer un presupuesto y mucho menos hacer la compra del súper pero sí la de la ropa, joyería y accesorios de moda. Y ellos deslumbrados ante tanta belleza y fragilidad entregan el anillo ante la joya inmerecida. Antes, las mujeres durante el noviazgo además de ser profesionistas y trabajar en alguna importante empresa, hacíamos ver al pretendiente en curso que todo eso y más sabíamos hacer.
Parece que las cocinas de las casas fueran un infierno en donde la mujer al entrar en ella fuera sujetada con una gruesa cadena a la estufa. Para mí desde niña ahora madre de seis, la cocina siempre ha sido un lugar mágico en donde todos los sentimientos se encuentran y los grandes acontecimientos tienen lugar. No importa que tipo de cocina sea, si se trata de una habitación pequeña con una estufa de leña colocada en un rincón siempre encendida esperando el regreso del campesino del campo, como son las que existen en los pequeños pueblitos enclavados en nuestras montañas cerca de nuestra gran ciudad, o se traten de cocinas amplias pertenecientes a una lujosa casa o a un castillo de Europa atendidas por múltiples cocineros y sus ayudantes.
Todas las cocinas, a través de los siglos, han servido para propósitos muy importantes: para albergar al soldado abatido y cansado después de una gran batalla reconfortándolo con un buen puchero caliente, haciéndolo sentir un poco cerca de casa. La cocina ha sido también refugio del caminante perdido en una noche oscura y fría ofreciéndole el calor de los leños de la estufa y un buen café. Han dado la bienvenida al marido cansado después de una larga jornada de trabajo recibiéndolo con una hogaza de pan y un buen trozo de queso, servidos en una mesa limpia, un mantel planchado y unas flores silvestres colocadas dentro de un sencillo jarrón de barro.
En muchas cocinas se han preparado platillos que han sido el inicio de un romance pues fueron elaborados con el propósito de captar la atención del joven al cual se amaba sin él saberlo. Ha servido también, como un lugar de consuelo para curar una pequeña herida del hijo que jugando se hizo un raspón y triste llega corriendo anhelando un gran abrazo y un trozo del dulce que sabe que la mamá preparó. Continúa en Parte II....