viernes, 31 de diciembre de 2010

“Las tradiciones,compañeras que nunca deben de abandonarnos en el camino de la vida”

En uno de los capítulos del libro “En el desierto no hay atascos” de Moussa Ag Assarid comenta que nuestra fuerza interior viene de donde procedemos y de la historia de nuestra familia, esa fuerza es la que nos construye como personas a través de las tradiciones que nos han legado y que llevamos impresas en el corazón.

Aprovechando las fiestas religiosas de diciembre y al estar a pocas horas de ver concluido este año, he repasado en mi memoria todas esas tradiciones que me han sido heredadas por mis padres y ahora también por los padres de mi esposo y las que nosotros como familia única e irrepetible estamos tratando de transmitir a nuestros seis hijos para cuando nosotros ya no estemos.

Estas tradiciones son parte del equipaje importante en la vida de una persona y la constituyen los valores y principios que se nos han legado los cuales sirven como guía que marcan el sentido a nuestras vidas y que nos dan un estilo familiar propio.

Uno de los pilares importantes de la personalidad es la autoestima la cual es el valor que se da una persona a sí misma, es la conciencia de su dignidad personal y en esta conciencia de la dignidad está el sentirse parte de un proyecto o misión familiar.

Este estilo o misión familiar según Stephen Covey es la brújula o guía que nos sirve para no desviarnos del camino de lo que queremos ser como familia y que nos compromete a seguir con ese legado porque estamos orgullosos de lo que somos, por eso las tradiciones familiares son tan importantes cuando queremos definir que clase de familia queremos ser, que clase de sentimientos queremos tener y cuales son las que queremos crear y conservar.

Esta semana trabajé en una sesión que impartí a una familia muy conocida de nuestra ciudad, entre sus tradiciones es el hacer un congreso después de Navidad para fomentar la unidad a través de la participación de todos, esto implica por parte de los organizadores miembros de la misma familia un esfuerzo tremendo para convocar, organizar y reunir los fondos económicos necesarios para lograr el éxito de esta reunión de más de 161 miembros.

Me llamó muchísimo la atención a través de sus aportaciones de como tanto los mayores como los jóvenes se conocían entre ellos pero sobre todo la unidad y respeto a pesar de tener estilos de familia tan diversos y el tener la conciencia que el éxito de la convención se daría porque cada uno de los que estaban ahí presentes sentían que eran importantes, nadie podía faltar, todos eran imprescindibles, todos eran parte de un importante proyecto.

La forma de ser de las personas se adquiere a través de la convivencia gracias a los estímulos recibidos en las diferentes etapas de la vida.

Gran parte de estos estímulos son estas tradiciones que son el conjunto de patrones culturales que una generación hereda de las anteriores porque las estiman valiosas y son importantes para su morral de dignidad y orgullo personal.

Además de los valores, costumbres y creencias son las pequeñas cosas de la vida diaria de una familia lo que mantiene la cercanía de sus miembros a través de las experiencias que se comparten como las canciones de cuna que nos cantaba nuestra madre que después repetimos cuando tenemos los hijos propios, la importancia del día en que se va a comprar cada diciembre el árbol de Navidad que aunque se es consciente que va a durar menos que uno artificial no se cambia el ir todos juntos a escogerlo y si toca una fría noche de diciembre comer churros calientes caminando entre los puestos repletos de figuritas en donde predominan los belenes y los animalitos de barro.

Otra tradición son las recetas heredadas de las abuelas a quien cada persona le agrega algo propio pero sin embargo se sigue pasando como si nunca hubiera sido alterada.

Estas y muchas tradiciones más que me han tocado vivir, las heredadas, las propias y las de muchas familias muy queridas con las que tenemos contacto, son las que nos llenan el alma y nos hacen agradecer la riqueza de un año lleno de bendiciones que está por terminar.

Les mando un abrazo en donde quieran que estén.

martes, 30 de noviembre de 2010

Agentes de Cambio desde Nuestra Realidad de Vida

El sábado pasado trabajé en un colegio por la carretera nacional y cual fue mi sorpresa al encontrarme a un numeroso grupo de papas para asistir a los cursos de formación que el colegio ofrece. Los papas se veían cansados después de una semana dura de trabajo pero atentos y receptivos al tema que ibamos a tratar.
Conscientes que en este tiempo educar es diferente y constituye un reto por la gran cantidad de influencias que las familias enfrentan como los medios masivos, las nuevas tecnologías, la desvalorización del matrimonio, el materialismo y hedonismo, el activismo y el trabajo agotador de los padres entre otros, dejan su día de descanso para formarse para educar mejor.
Nos quejamos todos los días de la inseguridad, de la falta de valores, la ausencia de autoridad y creo que deberíamos de quejarnos menos y cada quien hacer lo que tiene que hacer para mejorar el ambiente desde nuestra realidad de vida.
Hacer nuestro trabajo con pasión y excelencia, mejorar tanto en el plano intelectual como espiritual, recobrar las tradiciones familiares y las de nuestro país y como dice Stephen R. Covey creando nuestro enunciado de misión familiar el cual consiste en decidir qué tipo de familia queremos ser e identificar los principios que nos ayudarán a llegar ahí.
Y si acaso nos perdíeramos en el camino, retomarlo teniendólo a la mano y en un lugar visible para no desviarnos del camino que hemos elegido para nuestras vidas y para aquellos a quienes amamos.
Es a traves de la decisión propia en donde seremos agentes de cambio para convertir a este mundo en un mundo mejor.
Esos papas que dedican parte de sus pocas horas extras para estudiar para ser mejores personas ya están siendo agentes de cambio en un ambiente que nos lo está pidiendo a gritos.
En mi camino me encuentro con muchos que ya lo están haciendo, yo los conozco.
Les mando un abrazo en donde quiera que estén.

Tere Durán

domingo, 28 de noviembre de 2010

El Sentido del Humor en las Personas

Una amiga muy querida mía tiene una virtud que se me hace valiosísima en la vida del ser humano “El sentido del humor” y con ese sentido del humor te dice lo que necesitas para mejorar en ese momento.
Muy seguido me llama para preguntarme que tema voy a dar en mis sesiones y la conversación se desarrolla de la siguiente manera:

-Qué tema vas a dar hoy?

- “Comunicación en el matrimonio”

-Y me dice: “Te voy a resumir tu sesión…..calladita te ves más bonita”

Y con ese sentido del humor casualmente me dice sin decirlo lo que necesito hacer en mi vida en ese preciso momento.

Las personas con sentido del humor no solamente hacen reír y sonreír, sino participan de la risa y de la sonrisa y buscan intencionalmente la alegría.

Tienen también una actitud positiva que ayuda a ver los problemas con buena cara y encontrar la forma de enfrentarlos sin hacer tanto drama o tragedia.

Cuando sucede esto siento un poco de frustración pues me pasé horas y horas investigando, resumiendo y haciendo la presentación para tratar de transmitir a mi audiencia lo mejor posible el tema, pero al pensar en sus respuestas sin ninguna complicación me doy cuenta que al abordar los diferentes temas de la vida como la comunicación en el matrimonio y la educación de los hijos deberían de ser tratados como los resúmenes que hace mi amiga, en forma simple, sin rollos, pero sobre todo con sentido del humor.

Soy afortunada por tenerla y a través de su ejemplo trataré con inteligencia y con voluntad vivir esta virtud en cada momento y circunstancia de mi vida.

Les mando un abrazo en donde quiera que estén.

Tere Durán

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Educando el Carácter de Nuestros Hijos a Través de los Buenos Modales

Atendiendo a las recomendaciones de Miguel González de República Dominicana trataré de hacer artículos más pequeños para mi blog. Créeme Miguel me cuesta, me cuesta mucho pero ahí va, como en todo creo que mejoraré con el tiempo y la experiencia, recuerda……SOY MUJER.

Una de las preocupaciones constantes en los padres de familia es el el nivel académico de nuestros hijos, las buenas calificaciones. El constante correr en la vida diaria, nos ha hecho olvidar que existen otros temas importantes imprescindibles en su educación y en la formación de su carácter como nuestro ejemplo y la manera de conducirnos y de vestir. Por otra parte se nos ha hecho creer que si no pensamos, actuamos o vestimos como los estereotipos que nos presentan a través de los medios, no somos parte de la masa y si no somos parte de la masa entonces la sociedad nos rechaza por ese “ser diferentes”.

Pareciera que los buenos modales, la elegancia en el vestir, la masculinidad y la femineidad fueran conceptos pasados de moda y guardados en un baúl puesto en el rincón más oscuro de un ático olvidado.Las buenas maneras y la manera de relacionarnos con los demás son la expresión de lo mejor que cada uno tiene en su corazón para dar a los otros, los cuales expresan el nivel de conciencia que tenemos hacia la dignidad de los demás. El respeto a los demás nace del conocimiento profundo del valor del ser humano. Esta dignidad nos tiene que llevar a tratar a las personas con delicadeza a través de nuestro buen comportamiento expresado en la manera de conducirnos a través de las normas de conducta como podrían ser la manera educada al comer, en el correcto hablar y en el buen gusto en el vestir.

Sheila Morataya-Fleishman en un artículo sobre la elegancia dice que “Cuando el hombre se viste cubre su cuerpo; pero cuando la mujer lo hace, descubre su alma y agrega que el vestido simplemente es como una segunda piel que prolonga la belleza de nuestra alma y la solidez de nuestros valores y creencias”.

La elegancia y el buen gusto en el vestir nada tiene que ver con la situación económica en la cual nos encontremos ni con la ropa, ni zapatos y accesorios de última moda.La verdadera elegancia surge del interior de la persona y es la que expresa la forma en que te percibes y te valoras.

Los valores esenciales no se cambian por moda ni por edad, son como esas construcciones que vemos de la edad media que permanecen intactas, monumentales, aunque edificios o casas de este siglo la tengan rodeada presumiendo su modernidad.Nuestra imagen interior y exterior, el totalidad de lo que eres como persona, debe siempre proyectar nuestros valores personales.

“Eres diferente” cuando logras resistir la presión de los otros que no ven en la dirección que tu miras y en lo que quieres que miren aquellos a los cuales amas.Hay una frase que escuché en una película que dice que la valentía consiste en atreverse a ser diferentes. Y creo que tanto nosotros como nuestros hijos tenemos que ser muy valientes para resistir todas estas influencias que no van acorde con los valores que queremos vivir para ser familias felices.

Cada decisión, cada acción y cada paso que demos es un tejer de nuestra propia historia y de la historia de nuestros hijos y nuestras familias. Contribuyamos como padres a elevar este prestigio y a transmitir los valores que escogimos para la educación de nuestros hijos a través de la manera de conducirnos en cada momento de nuestras vidas.

Les mando un abrazo en donde quiera que estén - Tere Durán

lunes, 22 de noviembre de 2010

Sobre el Matrimonio. Parte II

Por todo esto, la cocina no debe de ser para las mujeres modernas un lugar esclavizante, la cocina fue, es y será siempre un lugar especial en donde las personas que entren en ella se sientan amadas, refugiadas y consoladas por los platillos que en ella se preparen y siempre, siempre, se quiera regresar a ella. Ahora sólo está de moda saber cocinar en un prestigiado instituto para cursar la carrera de chef con batas blancas y logotipos bordados y los delantales limpios y almidonados que usaban nuestras madres y heredados por ellas como un gran legado están escondidos en el último cajón que nadie abre.

Cito de nuevo al autor en donde nos dice a las mujeres: “Quizá de tanto verte, ahora no te sentimos” y tiene razón en ello pues el hombre se ha acostumbrado a las modas actuales en donde entre menos ropa más moderno es. A la mujer se le ha olvidado que al hombre por sus características de varón le gusta el ir descubriendo, el ir conquistando y ante tanta desnudes y falta de pudor ya ni voltea a verla, le ha dejado de interesar para algo serio, para algo más. De ahí la infidelidad en el matrimonio, las faltas de respeto, las relaciones con otras mujeres fuera de casa pues las de ellos les ha dejado de interesar. Hace muy poco escuché en una plática para matrimonios jóvenes decir al conferencista dirigiéndose a las mujeres que “En el momento que sus esposos las dejaban salir con tan poca ropa a la calle es porque ellos habían dejado de tener interés por ellas”.

El hombre se ha acostumbrado a la ausencia de lo esencial en la mujer, a la ausencia de la feminidad. En el matrimonio hombre y mujer creados a imagen y semejanza de Dios tienen por igual dignidad, cada uno ha sido impreso con características que los hace únicos e irrepetibles y esas diferencias son las que sumadas brindan una complementariedad y una armonía al matrimonio. Porqué entonces el afanarse todos los días en querer ser iguales si no lo somos? Somos las mujeres un personaje cualquiera? Es duro, es fuerte, pero es cierto.

Hemos dejado de ser las princesas de las cuales les hablo a las señoras muy pobres a las cuales les doy clases en zonas rurales y marginales. Somos princesas porque somos hijas de un Rey el cual nos creó con una cabeza y con un corazón que al parecer hemos dejado de usar. Y para ser princesas hay que merecerlo, hay que ganarlo con nuestras actitudes, con la manera de educar a los hijos, con nuestra ternura, con nuestra belleza. Que en donde estemos, como dice Mark Twain haciendo referencia al epitafio que Adán escribió sobre la tumba de Eva, esté el paraíso.

El matrimonio es un constante proceso de mejora personal, en donde cada uno de los cónyuges ayuda al otro a ser mejor, el hombre como varón, y la mujer como mujer. Esta ayuda es queriendo el bien del otro y su crecimiento, de una manera exigente y cariñosa, tirando igualmente de las virtudes de cada uno para ayudarse a vencer los defectos. Los esposos al ir complementándose irán superando las dificultades de cada día, y en esa complementariedad encontrará cada uno su felicidad, esa felicidad que se encuentra en los detalles de la vida diaria, en los imprevistos, en el talento y la imaginación que cada uno aporte para hacer del matrimonio cada día algo nuevo, como si fuera el primer día, divertido e imprevisible, para juntos y con la ayuda de cada uno ir superando obstáculos y conquistando nuevas metas.

El matrimonio es un continuo mar de emociones y de sentimientos, de conflictos y de dramas, de alegrías y de tristezas. Pero debemos de saber que cada decisión, que cada paso que demos debe de ser unidos, para tejer nuestra propia historia y biografía familiar. Somos los esposos los que debemos de enseñar a nuestros hijos que la alegría y el dolor sí son compatibles en el matrimonio. Me ha tocado la fortuna de estar a lado de mis hijos junto a la cama de su abuelo moribundo, mi suegro, y en otra ocasión junto a la cama de su tía preferida muriendo muy joven a causa del cáncer, en donde veían a la abuela entregar a su esposo y a su hija con una sonrisa en la boca, pidiéndole a Dios los llevara a su lado para gozar pronto de su presencia, y además pendiente de todas las necesidades de los presentes educando con su actitud ante la muerte y ante la vida a mis hijos en la fe y en la generosidad sin siquiera ella saberlo.

He visto a mi padre enfermo de Parkinson tratar por media hora de abrocharse un botón, por no querer molestar a mi madre porque la encuentra cansada o descansando un rato. He escuchado a mi marido hablar con mi hija y con su novio el día que le dieron el anillo de compromiso sobre el matrimonio y su proyecto de vida con una ilusión como si fuera el primer día del suyo y como si nunca hubiéramos pasado por dificultades y muchos, muchos disgustos y roces.

Estos pequeños detalles, estos ejemplos sin hablar son los que necesitan los jóvenes de hoy para volver a creer en el matrimonio, matrimonio para un tiempo nuevo. El reto que exige que cada día en el matrimonio afrontemos con señorío los pequeños detalles de la vida diaria, las alegrías, tristezas y exigencias marcará la diferencia para que nuestro matrimonio o el de los que están por casarse tengan éxito siempre. Termino con la última frase de este pequeño libro: “Nada de lo que vale la pena se logra sin esfuerzo, sin un gran, gran esfuerzo”.

Les mando un abrazo en donde quiera que estén. Tere Durán

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sobre el Matrimonio. Parte I

Quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones referentes a un pequeño librito que leí hace poco titulado “Matrimonio Para Un Tiempo Nuevo” del autor Antonio Vásquez. Al ver el tamaños del libro me pregunté que cómo, en un libro tan pequeño iba a resumir el autor un tema tan extenso y complicado como este y cual fue mi sorpresa que fue un texto lo que movió mi alma, mi mente y mi corazón y quisiera compartirla con ustedes.

“Es preciso que la mujer conquiste y reconquiste su lugar y sus capacidades más genuinas.Dan ganas de gritar:Mujer sé tú misma, vuelve a encontrarte, quién eras, quién eres? Quizá lo hemos olvidado. Quizá de tanto verte, ahora no te sentimos. Eres ya un personaje cualquiera y no sentimos que estás ahí. Nos falta saborear tu presencia. Tú eres otro sabor de lo humano y no hay nada peor que una mujer que no sabe a mujer. Porque tú eres anterior a todo lo que se puede hacer, tú eres armonía y equilibrio.Te necesitamos para que, además de gobernar empresas, resolver pleitos o planificar ventas, nos devuelvas a la continuidad de lo humano. Te necesitamos porque los hombres sólo sabemos dar amor o recibirlo, no sabemos enseñarlo.Necesitamos la suavidad de la vida que tú pones ante cada dolor que los hombres inventamos.Necesitamos verte sufrir con la misma naturalidad de lo cotidiano. A nosotros los hombres el dolor, nos aturde. Ustedes lo tienen siempre presente y su dolor es soportable, porque es un dolor no preocupado. Necesitamos de tu ternura, que no es almibarada ni blandengue, sino el grado más sublime de la fortaleza.Necesitamos que nos enseñen a pensar con la cabeza y con el corazón porque estamos ahítos de ciencia y escasos de sabiduría.Necesitamos, mujer, que vuelvas a querer ser guapa, no para adornar nuestros salones, sino para amar en ti a Quien te creó. Vuelve a conquistar tu belleza. Merécetela! Que tu casa y tu gente recobre ese brillo que aporta tu fuerza interior.”

He venido dándole vueltas en la cabeza a este texto, pues algunos padres que empezamos a educar a nuestros hijos hace ya treinta años, nos hemos preguntado qué es lo que era antes que pareciera que tanto en la escuela como en la casa hubiera una armonía que nos facilitaba la educación de los hijos y nos motivaba a crecer cada día para ser mejores personas, mejores esposos, mejores hijos, mejores amigos.

“Lo que era antes”. Qué es lo que era antes que falta hoy para que muchos matrimonios antes del año estén separados, qué es lo que era antes, para que los muchachos (varones) no quieran comprometerse con una mujer y formar una familia, son “ incapaces de amar los compromisos , vencer las dificultades y dominar los acontecimientos” como nos dice Antonio Vázquez en su libro; qué es lo que era antes, que en casas lujosas con mucho dinero se encuentren niños tristes y solos, qué es lo que era antes que hay niños ricos, muy ricos, con severos grados de desnutrición. Qué es lo que era antes que las casas siempre olían a sopa caliente y a pan recién hecho cuando llegábamos todos a casa. Lo que era antes es que había mujer, y aquí gran parte de la responsabilidad la tienen los varones pues ansiosos de competencia y sumergidos en el materialismo, hedonismo y la ola de sensualidad que nos aturde a través de los medios masivos de comunicación han perdido el rumbo, han dejado de ser el motor, la vela del barco que dirige, que marca el rumbo, que centra su energía para que los objetivos que se ha propuesto se cumplan con sus características natas de varón, como el predominio del raciocinio en donde los principios de su felicidad eran sacar a una familia adelante luchando por conseguir virtudes en su mujer, en sus hijos, en él mismo esforzándose por ser cada día mejor.

Pareciera que todo en lo cual creíamos estuviera pasado de moda, que el compaginar el ser ama de casa y profesionista en el mundo empresarial fuera el trabajo más devaluado en la escala de oficios. Que la fidelidad en el matrimonio fuera un tema incapaz de aceptar como algo imposible de cumplir y que la palabra pudor jamás hubiera existido en ningún diccionario. Hoy por hoy, cuando a las chicas les proponen matrimonio le hacen ver a los chicos que ellas solamente son prestigiosas profesionistas pero que no planchan, no lavan, no saben cocinar, barrer, cuidar niños ni perros, levantarse temprano pero sí desvelarse en la juerga, hacer un presupuesto y mucho menos hacer la compra del súper pero sí la de la ropa, joyería y accesorios de moda. Y ellos deslumbrados ante tanta belleza y fragilidad entregan el anillo ante la joya inmerecida. Antes, las mujeres durante el noviazgo además de ser profesionistas y trabajar en alguna importante empresa, hacíamos ver al pretendiente en curso que todo eso y más sabíamos hacer.

Parece que las cocinas de las casas fueran un infierno en donde la mujer al entrar en ella fuera sujetada con una gruesa cadena a la estufa. Para mí desde niña ahora madre de seis, la cocina siempre ha sido un lugar mágico en donde todos los sentimientos se encuentran y los grandes acontecimientos tienen lugar. No importa que tipo de cocina sea, si se trata de una habitación pequeña con una estufa de leña colocada en un rincón siempre encendida esperando el regreso del campesino del campo, como son las que existen en los pequeños pueblitos enclavados en nuestras montañas cerca de nuestra gran ciudad, o se traten de cocinas amplias pertenecientes a una lujosa casa o a un castillo de Europa atendidas por múltiples cocineros y sus ayudantes.


Todas las cocinas, a través de los siglos, han servido para propósitos muy importantes: para albergar al soldado abatido y cansado después de una gran batalla reconfortándolo con un buen puchero caliente, haciéndolo sentir un poco cerca de casa. La cocina ha sido también refugio del caminante perdido en una noche oscura y fría ofreciéndole el calor de los leños de la estufa y un buen café. Han dado la bienvenida al marido cansado después de una larga jornada de trabajo recibiéndolo con una hogaza de pan y un buen trozo de queso, servidos en una mesa limpia, un mantel planchado y unas flores silvestres colocadas dentro de un sencillo jarrón de barro.

En muchas cocinas se han preparado platillos que han sido el inicio de un romance pues fueron elaborados con el propósito de captar la atención del joven al cual se amaba sin él saberlo. Ha servido también, como un lugar de consuelo para curar una pequeña herida del hijo que jugando se hizo un raspón y triste llega corriendo anhelando un gran abrazo y un trozo del dulce que sabe que la mamá preparó. Continúa en Parte II....