viernes, 17 de febrero de 2012

"La importancia de admirar al cónyuge"


"La Importancia de Admirar al Cónyuge"


Comenzaremos este tema de la importancia de admirar al cónyuge recordando que el matrimonio es un camino que debe llevarnos cada día al crecimiento del amor conyugal.
Pero la pregunta aquí sería cómo y qué hacer para construir un amor que dure toda la vida?
La relación entre un hombre y una mujer que se comprometen por amor y para siempre es un trabajo en equipo que exige la coordinación de esfuerzos para lograr ser felices.
Es decir, cada uno de los esposos dará fuerza a su relación en la medida que aporte lo mejor de sí como su entusiasmo, su dedicación constante y su iniciativa, siendo capaces de entablar una relación de interés por la vida del otro, sabiendo entrar a su mundo valorándolo positivamente, para saber de lo que es capaz de dar y de hacer.
El matrimonio es un constante proceso de mejora personal, en donde cada uno de los cónyuges ayuda al otro a ser mejor, el hombre como varón y la mujer como mujer.
Esta ayuda es queriendo el bien del otro y su crecimiento, de una manera exigente y cariñosa, tirando igualmente de las virtudes de cada uno para ayudarse a vencer los defectos.
Vamos a recordar un poco regresando al pasado cuando nos enamoramos .
Enamorarse, es un estado emocional de alegría y de felicidad que sentimos cuando nos encontramos fuertemente atraídos por otra persona a la que idealizamos y le atribuimos toda una serie de cualidades, que en la mayoría de los casos magnificamos.

Vemos en la persona de la cual nos enamoramos una serie de cualidades que nos gustan y nos atraen como su manera de ser, su físico, el cómo se comporta, inclusive a veces no sabemos exactamente cual es la causa objetiva y concreta que justifique los sentimientos que experimentamos.
Qué tipo de sentimientos? Sentimientos como cierta timidez frente al otro, intenso deseo de reciprocidad, nos sentimos vulnerables afectivamente ante esa persona y cuando esa persona que está enamorada es correspondida, se siente un deseo enorme de estar con ella, de conocerla y de ahondar en su vida.

El enamorado piensa que ese amor es el definitivo y que va a perdurar siempre, sin embargo, es tan solo el comienzo de un proceso que puede o no acabar en verdadero amor y que dependerá en gran medida del conocimiento y trato que se vaya teniendo de la otra persona a través de conocer sus gustos, sus preferencias, sus aficiones, pero sobre todo, conocer los valores que son importantes para ella.

 Por eso se dice que el noviazgo es una escuela de amor, en donde se dan cauce a los primeros sentimientos  para descubrir la riqueza del otro a través del conocimiento mutuo, para prepararse así de esta manera a un compromiso definitivo futuro.
Este proceso consiste en madurar ese enamoramiento para convertirlo en un amor sólido donde se cimiente una relación en donde se quiera tener un compromiso de total entrega, dando paso a un proyecto de vida en común o de familia.

Uno de los puntos esenciales ya en la relación matrimonial es seguir admirando al otro y alimentar las bases positivas que hicieron nacer ese amor.
El hombre y la mujer fueron creados por Dios muy diferentes para que mutuamente se complementaran, diferentes en el ser, en el hacer y en el sentir.

Son esas diferencias las que fortalecen la unión entre los esposos a través del entusiasmo y empeño de cada uno a través de la ayuda mutua, para vencer obstáculos e ir conquistando nuevas metas.

Como dice el Dr. Aquilino Polaino “Hombre y mujer son diferentes, y sin embargo iguales, el sentido de esas diferencias se encuentra en el complementarse y no en el competir. De ahí que deban buscar entre ellos la suma y la multiplicación y no la resta y la división”.

En la actualidad, cada vez son más las mujeres que trabajan para poder contribuir a la economía familiar, incluso muchas de ellas alcanzan cargos superiores y por consiguiente mejores sueldos que sus esposos.

Hasta hace poco era normal que el hombre asumiera el rol de proveedor de recursos materiales y la mujer era la encargada de los hijos y del hogar.
Pero los tiempos han cambiado y ahora son numerosas las mujeres, que por decisión propia o por necesidad han tenido que compaginar el papel de madres con el de su trabajo profesional.

A veces esta situación puede ser motivo de conflictos entre los esposos porque éstos no saben afrontar adecuadamente la situación o bien porque la cultura del rol del esposo está fuertemente marcada y resulta muy difícil el pensar que sea la mujer quien suministre mayores recursos al hogar.

Por fortuna, existen muchos matrimonios que viven bajo estas circunstancias y las ven como una buena oportunidad de fortalecer la economía familiar y además tienen muy presente que la valía personal no está sujeta a lo que gana cada uno. La toma de decisiones es de común acuerdo y se reflexiona sobre lo que es más conveniente en cada momento respecto al uso del dinero y el reparto de obligaciones y tareas dentro del hogar.
Lo ideal entonces es la negociación, el debate con argumentos dentro de un ambiente de respeto y apertura de mente, donde se escuche al otro y después de evaluar los pros y contras, llegar a una decisión conjunta.

Qué ocurre entonces en los matrimonios que tienen problemas debido a esta causa?
Desde todas las épocas en la historia, el hombre ha sido el líder de su familia, han sido la vela del barco que dirige, que marcan el rumbo para conseguir aquellos objetivos que junto con la esposa se han propuesto usando sus características natas de varón, en donde los principios de su felicidad eran sacar a su familia adelante. Ahora este modelo se ha transformado y se han abierto las puertas a diferentes conflictos .
Las familias actuales influidas por los medios masivos de comunicación en donde se nos dice que el éxito de la persona radica en lo que tiene y no en su ser como persona se han sumergido en el materialismo, hedonismo y la ola de sensualidad los cuales nos aturden y nos han hecho perder el buen rumbo.
Pareciera que todo en lo cual creíamos estuviera pasado de moda, tanto el hombre como la mujer han llegado a pensar que el ser ama de casa y el estar a cargo de la familia fuera el trabajo más devaluado en la escala de oficios.
También se piensa que la fidelidad dentro del matrimonio fuera un tema incapaz de aceptar como algo imposible de cumplir y que la palabra pudor jamás hubiera existido en ningún diccionario.
Hoy por hoy, cuando a las chicas les propone matrimonio le hacen ver a los chicos que ellas no planchan, no lavan, no cocinan, no saben cuidar niños ni quieren tenerlos y tampoco están dispuestas a hacer un presupuesto familiar.
Pero a lo que sí están dispuestas es a andar en la fiesta y no dejar de comprar ropa y accesorios de moda y ellos deslumbrados ante tanta belleza entregan el anillo a la joya inmerecida.
Es también común que las mujeres manifiesten actitudes de superioridad y hacen comparaciones por el hecho de estar muchas de las veces mejor remuneradas que el esposo, provocando en ellos sentimientos de baja autoestima, inseguridad, frustración y algunos síntomas de depresión provocando todo esto un deterioro en la relación, la búsqueda de actividades fuera del hogar y muchas de las veces hasta llegar al divorcio.
El hombre se ha acostumbrado a la ausencia de lo esencial de la mujer, a la ausencia de la feminidad, pero a lo que no ha podido acostumbrarse es a que la mujer lo haya dejado de admirar.
El hombre necesita que se confíe en él.
Cuando la actitud de la mujer hacia el hombre es abierta y receptiva, éste sabe que se confía en él. Confiar en un hombre es creer que hace todo lo que puede y desea lo mejor para su mujer.
Cuando el esposo sabe que ella confía en él, dará todo su afecto y mostrará toda su atención hacia los sentimientos de su esposa. El hombre necesita confianza y la mujer necesita afecto.
Admirarse en el matrimonio es mirarse con orgullo, gozo y aprobación complaciente, es sentirse valorado por el otro. Cuando a alguien se le admira, se le valora se le respeta.

El respeto en el matrimonio es otro de los factores indispensables para un matrimonio feliz. En el respeto se encierra la convivencia y en esta convivencia se desprende el amor de los cónyuges. El respeto mutuo es una actitud espiritual muy importante en una relación matrimonial ya que nadie se siente amado si el otro no lo trata con respeto. Nadie puede amar verdaderamente a una persona, sin prestar una auténtica consideración a su individualidad, a sus gustos, a sus creencias a sus actitudes.

Cuando el respeto va creciendo cada día usando la inteligencia y la voluntad de ambos esposos, el matrimonio se llena de comprensión, de libertad y de amor formando así un vínculo sólido.
Este vínculo será cada vez más fuerte a medida de que éstos a través de la convivencia diaria vayan complementándose para ir afrontando juntos las dificultades de cada día y en esa complementariedad encontrará cada uno su felicidad , esa felicidad que se encuentra en los detalles de cariño, en los imprevistos, en el talento y la imaginación que cada uno aporte para hacer del matrimonio cada día algo nuevo, como si fuera el primer día, divertido e imprevisible para juntos y con la ayuda de cada un ir superando obstáculos y conquistando nuevas metas.
 Antonio Vásquez en su libro en su libro Matrimonio Para un Tiempo nuevo dice que “El matrimonio es un continuo mar de emociones y de sentimientos, de conflictos y de dramas, de alegrías y de tristezas. Pero debemos de saber que cada decisión, que cada paso que demos debe de ser unidos, para tejer nuestra propia historia y biografía familiar”.
Hoy más que nunca cuando el matrimonio está tan devaluado y hay una crisis en las relaciones y un miedo al compromiso, los esposos debemos de dar ejemplo que la alegría, el dolor y el sacrificio siempre tomados juntos de la mano, sí son compatibles con el matrimonio, para que los jóvenes a través de nuestro ejemplo vuelvan a creer en él.
 Algunas acciones prácticas para que el matrimonio sea un camino en el crecimiento del amor serían las siguientes:
ØLuchar cada día contra el gran monstruo de los matrimonios y de las familias que es LA RUTINA.

ØSiempre ser fieles.
ØEnamorarse todos los días a través de pequeños detalles.
ØOfrecer un apoyo incondicional y seguro.
ØNo dejarse absorber por el trabajo, los amigos o las aficiones.
ØTomar las decisiones juntos especialmente las concernientes a los hijos.

ØRespetar la libertad del otro.
ØProcurar siempre la alegría, el optimismo y el sentido del humor.
ØNo sacarle nunca la vuelta a discutir, pero siempre que esa discusión sea para construir algo mejor.
ØEstar siempre dispuestos a reconocer nuestros defectos para mejorar.
ØSi dijimos algo injusto retirar lo que dijimos y pedir perdón. Nunca proyectando nuestro mal humor en el otro.
Ø Permitirle expresar sus sentimientos y dejar que termine de hablar.
Ø Siempre arreglar las diferencias antes de ir a la cama.
Ø Y lo principal sería nunca sacar a Dios de su matrimonio.

Un matrimonio cristiano es una comunidad de vida y de amor preocupados por buscar juntos y encontrar a Dios irradiando amor afectivo y efectivo a su alrededor. Cristo es el motor constante en la vida de los esposos.

El Papa Benedicto 16 dice que una fe madura no sigue las olas de la moda o de la novedad y los esposos tienen que vivir con voluntad, perseverancia y fortaleza una vida de piedad a través de la oración, de obediencia a los mandatos de la iglesia y de frecuentar los sacramentos para ir en contra de esta moda llena de antivalores.
Nada de lo que vale la pena se logra sin esfuerzo, sin un gran, gran esfuerzo.
 Podemos, No es una fantasía, lo vemos hecho realidad en miles de hombres y mujeres”.






martes, 14 de febrero de 2012

“La importancia de educar los sentimientos”

En los sentimientos de la persona reside la afectividad, junto con la inteligencia, es una de las dos funciones psíquicas más importantes en el comportamiento del ser humano.

Los sentimientos constituyen el núcleo de la afectividad, ya que esta es la que nos capacita para amar y ser amados.

La afectividad es considerada como la disposición de nuestro estado de ánimo, influido por los sentimientos y emociones que determinarán el tipo de relación que cada persona tiene con los demás.

Las emociones que son parte de esta afectividad son mensajes desde el interior de mi persona con respecto al pensamiento que estoy teniendo, es decir, un pensamiento me lleva a una emoción y esa emoción me lleva a un pensamiento y así sucesivamente. Siempre que tenemos un pensamiento, este pensamiento me dispara una emoción que se siente bien o se siente mal.

Las emociones que se sienten bien me traen sentimientos que me construyen, están a favor de mi integridad y me gusta estar en ese estado.

Las emociones que me hacen sentir mal, me traen sentimientos que me destruyen, me hacen sentir mal y no me gusta estar en ese estado.

Las emociones son espontáneas, son temporales, son pasajeras, son producto de un momento, no se producen en la parte racional del hombre, son totalmente espontáneas.

Un buen ejemplo de esto, es la niña pequeña que el abuelo la invita a tomarse el helado que más le gusta. El hecho de esta invitación, genera en aquella niña emociones de alegría, sorpresa y placer.

Este hecho de haber vivido esas emociones a través del tiempo le generará sentimientos de cariño, de gratitud, de seguridad y de nostalgia.

Los sentimientos son estados afectivos duraderos producidos por ideas, reflexiones o vivencias.

Expertos en varios campos de la psicología, medicina y pedagogía, concuerdan en que el desarrollo de la afectividad es básico para el futuro de una persona, ya que tiene una influencia directa en su comportamiento y éste, en las relaciones interpersonales que hace a lo largo de su vida, así como en la relaciones en su vida profesional.

De aquí la importancia que en los primeros años de la existencia de los niños logren desarrollar ciertas habilidades emocionales, que les servirán de base para su vida.

Una buena educación de los sentimientos y conocimiento y control de las emociones ha de ayudar a disfrutar haciendo el bien y sentir disgusto haciendo el mal.

A los niños se les enseña desde que nacen qué cosas son amables, deseables o indeseables, agradables o desagradables y éstos experimentan estados emocionales de alegría, tristeza, placer, esperanza o desesperanza de acuerdo a su vida socio-afectiva. Por eso es importante estar alertas a sus manifestaciones e impartirles conocimientos sistemáticamente para que desarrollen habilidades propias de la dimensión emocional.

El papel de padres y educadores en esta etapa es muy relevante ya que a través del modelo y el trato que ambos ofrecen, es la manera en que a ellos se les educa emocional y afectivamente.

Las habilidades que desarrolla una persona que educa sus sentimientos son varias: se conoce a sí mismo, tiene autocontrol, disfruta de un equilibrio emocional, es capaz de motivarse y por lo tanto de motivar a los demás, tiene talento social, es optimista y alegre al enfrentar obstáculos y sobre todo es empático, pues al tener conocimiento propio lo capacita para ser sensible a los sentimientos de los demás.

Esta sensibilidad que muestra ante los sentimientos y las emociones de los demás, lo capacita para percibir y comprender el estado de ánimo, el modo de ser y de actuar de las personas, así como también de cuidar el entorno y la naturaleza.

Las personas que son sensibles están capacitadas para descubrir en los demás a ese “otro yo” que piensa, siente y requiere de ayuda, además tienen carisma y saben sacarle jugo a su talento natural.

Una persona sensible tiene respeto y consideración hacia la diferencia que admite en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia y que sabe muy bien que nunca se debe de usar la fuerza para cambiar el modo de pensar de alguien, aún y cuando se sepa que está en el error, pero ese error no le es indiferente, pues se preocupa en tratar de iluminarlo y encaminarlo a la verdad y el bien.

Por otro lado en la educación de los sentimientos es muy importante ir desarrollando la virtud del autocontrol ya que cuando desarrollamos esta virtud tan importante la cual se aprende observando, se es capaz de frenar presiones internas y externas actuando de la manera correcta.

Esta virtud nos da fuerza de voluntad para decir NO a aquello que no es conveniente y que no me va a ayudar a ser mejor persona, nos capacita también para que nuestras decisiones sean más seguras y más sabias proporcionándonos esos segundos que se necesitan para valorar las consecuencia, sabiendo que existen alternativas controlando así las acciones.

Además, cuando hemos desarrollado la virtud del autocontrol ésta nos ayuda para no dejarnos llevar por el placer y centrarnos en nuestras responsabilidades.

El autocontrol es la virtud que ayuda a nuestros niños a regular sus conductas de manera que sepan lo que es correcto en sus mentes y en sus corazones, les da ese poder de hacer lo que tienen que hacer, es ese músculo moral que les impide actuar para hacer daño en un mundo lleno de ejemplos violentos.

Cuando no se desarrolla esta virtud en los niños desde muy pequeños son como bombas de tiempo que van a explotar en cualquier momento.

Hay factores que están influyendo para que los niños no estén desarrollando esta virtud pues muchos de ellos están viviendo solamente con uno de los padres y si tienen a ambos en sus vidas estos pasan mucho tiempo fuera de casa en sus trabajos profesionales.

Sucede que cuando llegan a casa pasan este stress del cansancio o por el contrario, son muy indulgentes y no ponen ningún límite concediéndoles todo lo que quieren, creyendo que así suplen la ausencia de ellos en sus vidas.

El autocontrol se aprende además de observar a los padres a través de observar los caracteres de los personajes de los libros, el cine o la televisión.

La Asociación Americana de Pediatría ha llamado a los medios masivos “Los más violentos de todos los tiempos” pues los niños están constantemente frente al televisor observando conductas criminales, noticias trágicas y antivalores, lo cual está contribuyendo a conductas agresivas y a la ausencia de tolerancia, la falta de justicia y de respeto, la discriminación y las trampas en las tareas.

El educar los sentimientos y el controlar nuestras emociones requiere de tiempo, de constancia y de mucha paciencia, pero esto dará la sensación más grata que un ser humano puede sentir que es la paz interior.

Que tus sentimientos ayuden siempre a los que se acerquen a ti a SER MEJORES Y MÁS FELICES.